La panza, el crespudo y la luna

¡Mucho gusto Tulia Mendieta Narciza! Así me suelo presentar a un desconocido que es conocido por gente que forma parte de mi contexto, es asombroso los gestos que provocan el dichoso nombre, puesto que nadie imagina que en estos tiempos alguien tenga como sobrenombre un sustantivo del cual se caracterizan los adultos con canas que descansan para contar las experiencias vividas en su juventud.

Lorena Ladino Guevara nombre de alcurnia y aposentos criollos que lleva el peso de infinitas historias árabes que compactan en amoríos, con un aroma de campo, respiro de un amanecer puro y de un delicioso anochecer adornado de estrellas que simulan una eterna geografía de espacios colombianos. Nombre bello del cuál nombro al presentarme con un sutil y serio apretón de manos cuando el contexto pide un toque de protocolo.

De mí, sobresale sin normalidad alguna de la monotonía una piel blanca cortante por ojos verdes observados con instinto de cada paso, respiración y miradas de personas que conforman esos ambientes citadinos que tanto encantan.

Siempre saludan a esos ojos con forma descriptivamente emocional, responden sin pedir respuesta a una sensación densa y espontánea, las ojeras los adornan y la boca le da compañía demostrando la reciproca dependencia que tienen. La palabra y la expresión silenciosa de los ojos representan la mayor parte del mundo neuronal y sensitivo que vive con extremo Lorena, mujer que le encanta cada parte de su piel blanca.

El cabello formado es ondulado, desordenado, poco se vale de un cepillo; da destellos claros cada vez que un espontáneo movimiento resalta un agradable sponch. Ese cuerpo latino con curvas no tan perfectas, pero con pecho voluptuoso y piernas gruesas adornan mi existencia junto a una constante sonrisa de dientes que por fin son uniformes por años de arreglo.

¿Qué puedo decir?, soy amante a la espontaneidad, las energías y a la locura hecha expresión corporal, desaparece la constancia en mi sonrisa por mi sutilidad y perfeccionismo. Amo la alegría cuando me invade, de vez en cuando aprovecho la tristeza y trato de pensar en mis actos cuando el mal genio no me deja vivir a carcajadas.

Amo soñar con ideales que representen un arduo conocimiento, amo disfrutar el quedar sin neuronas cuando la ansiedad por leer, fumar, gritar y escribir desborda el movimiento en las manos.

Definitivamente amo ser yo cuando controlo y no controlo mi egocentrismo y pedantes ante el mundo, la sonrisa de medio lado, la pose discreta hecha pulcritud y la resonancia directa de un sincero pensamiento brota por cada parte de mí que genera expresión.

Con la emotividad entre las manos, el amor ha sido un constante furor enmascarado en silencio, la dependiente razón solo se ha dado en recuerdos, sueños y pensamientos de ocasiones que permiten revivirlos en tiempo lento.

¡Pa ! con bigote que adornó mi vista desde que supe saber utilizarla, su panza con una cicatriz que servía de juego mientras dormía y una sonrisa espontánea espeluznaba mi energía cada vez que hacia locuras.

Sujeto que detona en su espalda y cara, energía viva a través de destellos que evidencian lo buen mozo que fue al tener años atrás una juventud latente, manos y ojos expresivos son recuerdos que no borraran el paso del tiempo; en ellos, junto a sus constantes gestos se odia y sobra la palabra. Veo su rostro caritativo con el recuerdo y optimista con la vida.

Puedo decir que es mi primer y continuo amor por tener siempre ese rostro que observo en cada momento al mirarme al espejo. Cejas, nariz, ojos y ojeras copiadas indiscutiblemente por mí. Él es esa persona que hace que el dolor viva, que la muerte no exista, y que todo lo que conforma la materia sea valorado de la misma manera en que se sabe de la importancia de la existencia de personas como él para soñar en vida.

Explosivo con sus actos causados por su empuje sensitivo que hace que viva una existencia vacía de límites. Mi padre da miedo cuando está bravo, da optimismo cuando da un consejo y se desea amar cada vez más toda una vida cuando expresa con cuerpo y corazón cada afecto por su familia. El tiene el rostro siempre feliz y elocuente.

El buen y mejor respiro se da con una buena e impactante sensación, el placer hecho materia es la medicina que permite responder a grandes rasgos mi ansiedad por la vida.

El crespudo permitió poder responder a esa manía placentera, en poco tiempo logró cautivar el realismo mágico de mis gustos, de las energías citadinas y de la naturaleza lunar. Él tiene esa barba que impresiona una de las tantas hormonas que se enloquecen y levitan al ver todo lo que la mente soñó hechos en esa persona. Junto a esa abundante y alternativa barba, el cabello crespo y rendido por la demencia responde a un sponch oscuro, sexy y descomplicado. Tiene esos ojos que recuerdo con un gesto prematuro por la timidez egocéntrica y encantadora, que a distancia simulan normalidad pero responden de cerca a un tono grisáceo que impresionan cuando una mirada es casi tacto. No es de olvidar su gusto por disfrutar de comentarios robustos y ordinarios cuando expresa un afecto, pero responde más con el tacto las ganas y la verdadera dependencia que tiene por el mundo, en especial por el cigarro y las mujeres. No hay explicación para exponer lo dominante que es la boca, pero lo poco atractiva al verla haciendo lenguaje con dientes algo amarillos y no tan uniformes.

Tiene una deliciosa y alarmante pedantes que adorna cada movimiento de su cabello, es más que expresivo cuando canta, escucha y fuma al tener en contexto la música por la que ama y trasforma sus sueños que lo hicieron fama, su mayor representación egocéntrica.

Su piel casi que la de un europeo resalta toda vestimenta, sus manos sutiles y suaves, pero posudas recalcan un pensamiento que no se puede expresar en palabras solo en tacto, esa fue nuestra mejor expresión de una comunicación atravesada por aliento de cigarro y acento francés con la única palabra que responde a un anhelo olvido: Je ne sais pas… Je ne sais pas…

Yo soy la responsable de mezclar el gusto citadino con la noche y su luna en las venas, que deambulan por todo el cuerpo. La espléndida y basta naturaleza urbana es tan perfecta como la innata naturaleza creada por instinto de un Dios; el drum and bass, Patrick Watson y todo los sonidos alternativos han sido cómplices de tal deleite. Es tan cálido, sobrio, espontáneo, es tanta variable emoción que representa el pesado contexto de carros, personas, cultura y capitalismo que se disfruta más cuando llega la noche.

Ese objeto singular intermediador de lo urbano y lo natural es el símbolo de la única existente perfección. Es difícil de decir en palabra lo pesada que es la luna en todo contexto y en especial en aquellos momentos en que es confidente de la soledad revuelta en recuerdos densos, armónicos, pasionales y en especial amorosos.

Ella carga esa mala y buena energía de la que tanto me envicia y que se vivió con ansiedad antes, durante y después que ese recuerdo haya sido una grata consecuencia que ayudó a probar y sentir emotivamente lo que la mente y el corazón provocan.

No intento nombrar la vida futura ante mi profesión de comunicadora y menos simular la perfecta vida de periodista, sé simplemente que haré a través del destino lo que mi cabeza y mi alma prefieran soñar para hacerlo vida material. Será fácil para mí.

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